martes, 13 de diciembre de 2011

Esos cinco de ahí

    Risas, gritos, ruedas, tablas, spray. Olor a pintura en el aire, derrapes, saltos, golpes. Risas. Ruedas. Pintura. Saltos. Golpes. Risas. Ruedas. Pintura. Risas. Ruedas.


    Los mismos de siempre, en el mismo lugar de siempre. Eran cinco, a los que la gente se refería como "Esos-cinco-de-ahí", cinco indomables, cinco vividores, cinco chicos completamente ajenos al mundo que les rodeaba. Aquella pista era su lugar, como su casa. Desde por la mañana, echaban las horas en aquel curioso lugar hecho a base de puñetazos. Y era lo normal. En aquella ciudad, cada tribu tenía su sitio y, si no te hacías respetar, te pisaban. En el fondo, no eran más que unos chavales tratando de sobrevivir al día a día. Eran los dueños del barrio desde hacía apenas dos años, todo había sido idea de Aiden, el alto que siempre estaba sentado en lo alto del tubo, fumando y con una cerveza en la mano, mientras el resto hacía saltos temerarios hasta llegar a la estupidez. Él era demasiado bueno haciéndolo, no necesitaba mejorar y todos lo sabían. A su derecha se solía sentar -cuando no estaba pintando en las paredes de la pista- Mäel, un chico discreto, pero sensato. Se podría decir que era el que le daba un poco de cordura al grupo. Los otros tres, tan dignos de mención como Aiden y Mäel, eran Lewis, Sam y Andy. Tres obsesos de los skates, pero no muy buenos en ello.

    Los cinco se habían ganado aquel territorio a fuerza de golpe, y todo por empeño de Aiden. Él y Mäel eran el espíritu del grupo, siempre juntos a todos lados. Había miles de lugares mejores en la ciudad, decenas de pistas, varias libres, y tenían que haber ido a parar a una de las pocas por las que tendrían que pelear... Pero todo estaba justificado, a pesar de que ni Sam, ni Lewis, ni Andy entendían a cuento de qué se habían cambiado de barrio, si ése les pillaba mucho más lejos de casa... A cuento de qué, de un día para otro, Aiden decidió, respaldado por Maël, que aquélla sería su nueva pista....


Pero era fácil.



Todo empezó cuando ella apareció...

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