lunes, 24 de noviembre de 2014

Engranajes reforzados de pasiones heladas



A veces
puedo ver los engranajes
que mueven mis dedos,
que les hacen escribirte.

Hay quien los llama musas
-pobres ilusos,
musa sólo es la que hace
que tus palabras
griten pasiones heladas
que hagan arder
corazones silenciosos-,
hay quien le llama evolución.

Yo veo engranajes.

Engranajes reforzados
de capas de hielo
y muros de piedra
maciza,
curtidos
tras varias caídas
que creí que habían sido desde el cielo.

Y escribir me hace sentir
a veces,
sólo a veces,
que esos engranajes giran por ti.

Pero si no estás,
dime,
¿Quién me sube de este infierno?



lunes, 10 de noviembre de 2014

Y dijo tantas cosas, que transformó el otoño en invierno.


Bofetones de realidad y mantas calentitas.

"Si la vierais, 
si la conocierais,
entenderíais de qué hablo.

Cómo decirlo:
imagina la vida como si fuera un pilla-pilla
contra los rivales del otro equipo del colegio.
Pues ella es casa"
  
         (Elvira Sastre) 


Pues porque
a pesar de todo
-y nada-
me siento genial a su lado.
Sus ojos
me gritan sonrisas,
sus labios
las multiplican.

Y sabes que no puedes
que no sabes
estar.
No sin ella.

Ese tipo de amistades que no puedes
no debes
mandar a la mierda
de un simple
aplauso
de realidad
en la cara.

Al fin y al cabo,
estar con ella es como la tranquilidad
de envolverte en una manta
con un café,
un buen libro
y mil sueños no del todo imposibles.
Pero a salvo.
-Todos sabemos la seguridad que ofrece una manta-.

Ella es esa manta.
"Ella es casa"



[... Missed her]

martes, 14 de octubre de 2014

A una cuerda de distancia



Y fingir que no somos nada
cuando podríamos serlo
todo.

Y decir lo que duele,
sabiendo que hará daño.
Y escuchar lo que hace daño
sin saber si debería
doler.

Y después,
vuelta a empezar.

Que tiramos de la cuerda
pensando que alguna de las dos cederá.
-Yo al menos espero que cedas.
Cada
maldito
día.-

Y nos hacemos sangrar las manos
por no aflojar una soga demasiado tensa.
Y esas heridas...
Esas heridas que nos hacemos,
cada mañana,
entre mis sábanas y a base de besos,
te las curaría.





Y aquí me encuentro. A una cuerda de distancia de tus besos.
Invisible para ti, insoldable para mis dedos.



jueves, 11 de septiembre de 2014

Y nos hicimos orilla

Bañarnos en el Atlántico
de noche
desnudas
con tus piernas rodeando mi cintura.
Y no saber si me embisten más las olas
o tu cadera.

Ahora seremos las dos
orillas de ese océano.
Las que no se ven.
Las que no se rozan.
Las que sólo se saben en el momento en que
saben que todo tiene final.
Desde ese océano
que nos separa
-que me asesina-,
hasta un polvo
de despedida.

Y tiraré mil botellas
llenas de poemas,
y de esa prosa de absurda y dulce locura.
Y el fin del mundo me acogerá
mientras ambos esperamos
tu respuesta.

Y las puestas de sol
quedarán deshechas en tu ausencia mía.

Y me haré musgo, para esperar
fundida
con el único fin que me gusta.

Y me haré mar, esperando embestir tu cuerpo
en el lado de oceano
al que mi vista no logra llegar.

Y me haré tuya,
tuya en mi sinestar.

Sin ti, yo no.

Siempre preferí el invierno
al verano.
Siempre preferí a una brisa cálida,
el frío suspiro de una mañana.

Sin embargo,
ahora todo es diferente;
Me entra pánico el ver pasar los días,
Siento cómo el otoño nos roba el tiempo,
como el viento se llevará nuestros inviernos,
nuestro frío abrasador,
nuestros besos helados,
nuestro abrigo de piel
sobre piel.

Sin embargo,
este invierno será diferente.
Te alejará de mí,
te dejará ausente.
Y las noches serán frías de verdad
y a mi lado
sólo faltará tu cuerpo.

Y le tengo miedo a este invierno.

Tú,
que conoces mi terror
a los puntos
finales.
Yo, que conozco tu pasión por ser para mí
como mil
rosales.

Que te cautivan
y desgarran.

Preciosa,
como siempre,
me gritas que te coja;
Preciosa,
me arañas las ropas,
las entrañas.
Como siempre.

Y ahora que te vas,
¿qué debo hacer yo?

Besaré tu ausencia
en las noches de invierno
mientras tu verano
te alza a una liberación
más fuerte que mis
notevayas.

Y mis quédates se verán reducidos a los polvos que no echaremos.

Y será la hora de dejarte ir.
De dejar ir a la parte de mí
que no se irá contigo,
que se quedará para no dejarme dormir,
para recordarme que odiábamos los domingos.

Que sin ti será difícil seguir.
Que sin ti aquí yo...
No.

domingo, 24 de agosto de 2014

Tu recuerdo es mi carretera



Cuando la línea blanca
que dejas atrás
sólo recuerda la que te queda
por andar.

Como agarrar el volante
con fuerza,
sin querer,
sin poder,
regresar.

A las curvas de tu cuerpo,
al palpitar de tu pecho.
A las cuatro paredes
en las que encerraría
mis ganas de tenerte;

de recorrer tu piel a versos
de llenar el papel
de tus besos.
-De todos ellos-.

Que te acaricié
como acariciaría la carretera.
Que te arañé
como soltaría tu amor;
lento,
fuerte,
intenso,
profundo,
como tu recuerdo.


Palabras que jamás vieron la luz de la Luna



Recuerdo el día
que me dijiste que me
querías.
-Ahora ya no lo haces con tanta fuerza-.

Recuerdo tu boca
pegada a la mía.

Recuerdo que no cabían
las estrellas en el cielo,
ni el sol se atrevía
a hacerte sombra.

Como siempre,
eras demasiado para este mundo,
que miraba con celos
cómo te hacía
mía.

Te recuerdo sentada
sobre mis piernas.
Tus ojos mirando
cómo mis labios
te gritaban palabras
que jamás vieron la luz
de la Luna.

Y nos hicimos una.

Y lamí tus gemidos,
como siempre.

Y sentí tus latidos,
como nunca.

Hazlo


Porque ponerle fin a todo
sería lo menos complicado.

Que me faltan huevos para enfrentarme
a la vida.
Que me sobran demonios
que me la quitan.

Si un gato negro se cruzase
en mi camino,
más que por mi suerte,
temería por su destino.

Pobre gato inconsciente,
pobre Luna sin noche.

Pobre el llanto del niño,
pobre la cuchilla que corte.

Pobre el estúpido que crea
que la poesía puede salvarle
-salvarme-.

Porque al fin
-y al cabo-
ponerle fin a todo esto, sería
lo menos complicado.

Porque sigo sintiendo esa voz
que me susurra "Hazlo".

Pero quizás me faltan huevos para
enfrentarme a la vida
-a la cuchilla-.

Pero quizás sólo necesito a alguien
que me lama las heridas
-tus heridas-.

Hola, querida Tristeza.



Para cuando te noto,
es demasiado
tarde.
Te adentras en mi pecho,
me aprisionas.

Y te reconozco.
Joder si te reconozco.
Al jodido instante.

Tus susurros en mi cuello,
tu ausencia aplastante.
Te diría que me dejases,
vieja enemiga,
conocida compañera.
Pero esta noche, tú
serás la que llore mis penas.

Hola, vieja amiga.

Hola, querida Tristeza.

Haz que la tinta fluya



Entras por la ventana
como la brisa de viento
que se cuela
fina,
invisible,
cálida
desde tus labios
hasta mis huesos.
Me miras, familiar.

Me conoces.
Nos conocemos.

Haz que la tinta fluya,
mi querida Musa.
Hazme de nuevo tuya.

Había salido a tomar un café.



Voy a retomar esto en serio, como solía hacerlo.
Tendrá unas reformillas, y esas cosas. Pero prefiero hacerlo así que no abrir uno nuevo.
A nadie le importa. Pero bueno, yo lo digo.


miércoles, 15 de enero de 2014

Don't go.


Mi voz se desgarra, se alza por encima del vientoo como una súplica de mi absurdo lamento. Nada es válido, nada puede pararlo. Hoy mis demonios duermen conmigo aprovechando que no estás, y sólo tú puedes evitarlo... Como hasta ahora habías demostrado.
Joder, mi voz se rompe., se desangra. Te grito en la noche con mi último aliento, pero nada es suficiente. Ellos te hacen inmune a mis lamentos, invalidan mis llantos, los segundos pasan mientras trato de olvidarlo... Pero pasan demasiado lentos.

No te vayas, joder, mi voz se rompe, se desangra; te suplico una noche más que no te vayas. Joder, mi voz se rompe, se desangra. como quien desmonta las armas, como quien en vez de llorar, canta. Te grito en la noche como tú le gritas al reproche. Y joder, mi voz se rompe, se gasta. Me mata cada brisa de realidad que azota mi cara. Pero esto es real, joder, lo siento en los huesos. Cogería la escopeta, me volaría los sesos. Pero grito, grito desde la noche, desde el alba, desde la esperanza.

Pero joder, mi voz se rompe. Por ti se desgarra