miércoles, 29 de febrero de 2012

Wake up

    Era de noche, en una especia de casa de campo. Allí, se juntaba gente que conocía. Gente de mi pasado, mi presente, y puede que incluso de mi futuro, mezclados en un cóctel sin sentido. Estaban las Rangirls, cómo no, sentadas en el círculo que se había formado alrededor de un fuego bastante pobre. La noche estaba sin nubes, no se olía la humedad en el aire, pero la hierba estaba húmeda. B se sentó al lado de Patricia, a la que hace meses que no veo... Aunque no era la única presencia que me sorprendió. Rafa también estaba allí, todo un hito porque ni siquiera recuerdo la última vez que le vi. Sentada a su lado, estaba mi profesora de Literatura Universal, cosa que jamás comprenderé. Yo estaba fumando, junto con Diego, de Madrid. De reojo, observé a dos chicos que se acercaban al fuego. Sabía que, al menos a uno, lo conocía, pero sólo su voz me sacó de dudas. Se acercaron al corro, él tenía un cigarro en la mano, pero apagado.
    -Le decidmos a ese chico que nos lo encienda con el suyo - susurró el más pequeño. Me di cuenta de lo increiblemente igual que era al otro, pero unos años más joven.
    -No seas tonto, no lo conocemos de nada...
    Automáticamente, tiré mi colilla al suelo, delante de sus ojos, y la pisé. Dani habló.
    -¡Eh, está encendida, para! Qué cabrona... - se agachó àra cogerla y cuando se levantó, se la tiré de la mano, quemándome yo sola. Ignoré el dolor.
    -No seas tan penoso y cómprate un mechero - dije, mientras la hundía con el pie en la hierba, apagándola por  completo.
    -¿¡De qué vas?! ¡Sólo me iba a encender mi cigarro!
    -Pues te jodes.
    Escupí mis palabras con rabia, pero por dentro todo estaba en calma. Ya no me afectaba. Ya no. Él se giró y se fue. El otro chio, exactamente igual que él pero unos años más joven, me miraba, como decepcionado. Saqué mi mechero del bolsillo y se lo ofrecí.
    -Chiqui, querías fuergo, ¿no? - dije, con una sonrisa natural, nada forzada. Era como si fuese algo a lo que estaba acostumbrada, como si sonreirle fuese algo automático y supiese que, con él, no necesitaba decirle "Hola" para saludarle. El niño chasqueó la lengua y negó con la cabeza, metiéndose las manos en los bolsillos.
    Algo explotó dentro de mí. Me llené los pulmones de aire y me di la vuelta. Vi que Dani estaba allí, más adelante, andando. Le veía medio de perfil, tenía la cara roja y los ojos hinchados. Eché a andar hacia él cabreada.
    -¡Dani! -grité. Él me ignoró. Aceleré el paso, cabreándome más - ¡Dani! ¡Dani, para ya! - di dos largas zancadas y me puse delante de él, cortándole el paso - ¡¿A qué cojones viene esto!?
    Él alzó la vista y me miró, con la expresión... rota. Calló durante un segundo, tal vez dos.
    -¡A que no entiendo por qué me tratas así! Me desprecias, me tratas como la mierda. no entiendo por qué me haces esto.
    Exploté. "Cabreadísima" era la palabra perfecta.
    -¿¡Qué!? ¡¿Cómo tienes los huevos de decir eso!?  Es más, ¿cómo se te ocurre presentarte aquí y fingir que soy yo la que lo está jodiendo todo y no para de joderlo? - le di con el dedo índice en el hombro, echándole hacia atr´sa - Eres tú el que no para de...

La música del despertador comezó a sonar.
Sabía que era un sueño, llevaba rato sabiéndolo, pero tenía que terminar eso, no quería despertar.
Le miré una vez más mientras la música seguía sonando.
En su lugar estaba el niño que venía con él. Tenía lágrimas en los ojos.
Lo reconocí al instante.
Era él.


    -No...

musité. Demasiado tarde, hora de despertar



  

martes, 28 de febrero de 2012

Fly away









    Estaban los dos sentados en el césped, en aquel lugar que era suyo... Sólo de los dos, en el que nadie, jamás, se acercaba. Un lugar perdido entre todos los demás, un lugar que sólo ellos conocían. Miraban al cielo, sin decir palabra desde hacía un rato. No tenía ni una nube molestando con su incómoda blancura. No había... Nada. Era simple y llanamente azul. Perfectamente azul. Un pequeño pájaro se cruzó por la vista de ella, haciéndole perder el hilo que sus pensamientos probablemente no tendrían. Despegó los labios un segundo y suspiró. Sintió la mirada de él, a pesar de que no había hecho ningún ruido al girarse hacia ella, pero no le importó cuando empezó a divagar en voz alta.

    -Volar...
    Siguió con la mirada fija en el cielo. El pájaro seguía volando, de acá para allá, sin alejarse de ellos, sabe dios por qué.
    -Es algo que siempre he querido hacer. Dominar los cielos, pasearme por ellos con la única preocupación del Sol acariciando mi espalda, sentir el viento en la cara, rozando cada centímetro de mi cuerpo, familiar, como mi mejor amigo, como mi aliado. Ver desde arriba las cosas, desde una perspectiva que no pueda llevar a la equivocación... Da seguridad. Sí, puede que esa sea la palabra. Tener la seguridad de poder salir volando en cualquier momento en el que todo sea demasiado complicado... De tener la posibilidad de saltar y simplemente elevarme sobre todo, sin dejar que nada me afecte, de alejarme de todo lo que no quiero a mi alrededor... Y que todo se vaya con un simple "Vuelo, y tú no", poder dejar las cosas atrás con un "No puedes alcanzarme", y  así no dejar que nada me hiera... -Entonces, le miró, y se encontró de lleno con sus ojos oscuros. Sabía que estaba con la vista fija en ella, pero no pudo evitar sonreir. - ¿Sabes? A veces pienso que sólo volando seré realmente feliz


domingo, 26 de febrero de 2012

¿Quién dijo miedo?

Todo es un juego. El querer, el amar, vivir o morir... Todo se rige por el mismo tipo de juego, por una misma competición. Jugar a vivir al límite como deporte de riesgo, echarle una carrera a la vida, o un pulso a la muerte. Pensar que ganarás un duelo que está perdido desde que nacemos, pues aceptamos pagar el único precio que se nos ofrece como condición al comenzar nuestra corta vida: que tendremos que terminarla; dándonos un ultimátum desde nuestro primer instante. Nace de ahí, de esa condena, un sentimiento, un estilo de vida. Llamado con distintos nombres a lo largo de la historia y de diferentes maneras, ninguna más correcta que la anterior, llámese Carpe Diem, o simplemente Juventud. Un sentimiento que te obliga a querer explotar cada segundo, a exprimir cada instante; que te grita HAZLO, que te mira con ojos avariciosos y una sonrisa que te revela tu capacidad para comerte el mundo o quemar las calles al andar. Que te ofrece en tu mano la noche, e incluso el día, siempre que no haya pausa entre ellos... Que te susurra un "Si quieres hacerlo, hazlo" con una voz demasiado seductora como para ser ignorada...



... Y que enmudece a cualquiera que te intente hacer pensar lo contrario


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miércoles, 22 de febrero de 2012

Jamie Rodemeyer, una vez más

[20.02.2012]







    Hoy 20 de febrero del 2012, hace cinco meses de la muerte de Jamie Rodemeyer, aquel chico al que le dediqué una entrada y que, seguramente, nadie recuerde. Por suerte o por desgracia, cada día 20 me acuerdo de su asesinato. Porque Jamie no murió, no se suicidó. Lo mataron. Lo mataron a base de insultos y de amenazas; de malas miradas. Lo mataron dejándolo a un lado. Hoy va por él, una vez más. Porque estoy segura de que habría sido una bellísima persona, y porque ya está bien.

    Porque cuando creemos que los días de la homofobia y de la discriminación por condición sexual se acabaron, la realidad nos golpea con un puño de hierro. Nos atiza de tal manera que nos deja para el arrastre, con el único pensamiento de que no pudimos hacer nada por darnos cuenta a tiempo de lo que se nos echaba encima. Probablemente, Jamie se dio cuenta de eso y, probablemente, fue eso lo que le llevó a acabar con una vida que, aunque no fuese en ese momento perfecta, llegaría a serlo...


Por Jamie Rodemeyer, una vez más.



"It gets better... I promise"

martes, 21 de febrero de 2012

Still...




     A pesar de este momento de confusión tan enorme en el que me está tocando vivir, hay algo que no ha cambiado en mi mundo. Algo que se mantiene, desde puede que no hace tanto, pero que se ha convertido... ¿cómo decirlo? En mi prioridad, en mi... "todo". Puede que esa sea la palabra correcta. Porque no me sale no mirarte, aunque lo intente; no puedo no sonreirte, si quisiese hacerlo... No soy capaz de apartarte de mi cabeza, y es que realmente no quiero. Porque puede que la palabra Fácil se repita, o puede que no. Porque simplemente tenía una impetuosa necesidad de decirte "sigo aquí", y... Puede que siga aquí incluso más tiempo del que realmente quisiera.
    ¿Sinceramente? A veces pienso que ojalá llegase un momento en el que yo fuese capaz de soltar un sobrado y egocéntrico "No, ahora no", ser capaz de no tenerte como un centro... Pero si lo pienso bien, no es un punto al que quiera llegar. Definitivamente, no. Me niego a no llegar a conocerte como la palma de mi mano, a no aprenderme cada milímetro de tu cuerpo, a renunciar a todas esas sonrisas más o menos ebrias. Me niego a no robarte uno o dos besos, o a no decirte lo importante que eres para mí. Me niego a no poder decir en algún momento "Sí, es ella", y no inflarme de orgullo. Me niego a parar de hacer contigo lo que quiero cuando me dejas.



Simplemente... Me niego a decir "No, ahora no"

 




















-No me conoces...    
-Pues déjame hacerlo

domingo, 19 de febrero de 2012

SkyeLand







-Entonces deberías pensar en ejercer tu don para ayudar a tú también al chico
    -Lo haría si tuviese una maldita idea de cómo hacerlo.
    -Aphrodite, quizás deberías... - empezó Darius, tomando a Aphrodite del brazo alejándola de Sgiach, obviamente  preocupado porque Aphrodite se hubiese pasado de la raya con la reina.
    -No, guerrero. No hace falta que la apartes. Una cosa que aprenderás al estar unido a una mujer es que a menudo sus palabras la van a meter en problemas de los que no la vas a poder sacar. Pero son sus propias palabras y, por tanto, tienen sus propias consecuencias - dijo Sgiach mirando por fin a Aphrodite -. Usa parte de esa fuerza que hace que tus palabras sean como dagas y busca tus propias respuestas. Una profetisa de verdad recibe muy poca guía en este mundo, aparte de su don; pero la fuerza, suavizada por la sabiduría y la paciencia, debe enseñarte cómo usarlo correctamente.
    La reina levantó una mano e hizo un gesto elegante hacia una de los vampiros entre las sombras.
    -Muestra a la profetisa y a su guardián su habitación. Dales privacidad y algo de comer.
    Sin más palabras, Sgiach volvió a su trono, con su mirada fija únicamente en su propio guardián. Aphrodite apretó los labios con fuerza y siguió al pelirrojo cuyos tatuajes eran una serie de enrevesadas espirales que parecían estar hechas de minúsculos puntos de color zafiro.
    -¿Te asegurarás de que alguien venga a buscarme si Stark sufre algún cambio?
    -Aye - respondió el guerrero
    Aphrodite se volvió hacia Darius.
    -¿Tú crees que mi boca me mete en líos?
    -Por supuesto que sí
    -Vale, mira, no estoy bromeando.
    -Ni yo.
    -¿Por qué? ¿Porque digo lo que pienso?
    -No, belleza, porque usas tus palabras como si fuesen dagas, y una daga desenfundada a menudo causa problemas.
    Ella resopló y se sentó en la enorme cama
    -Si sueno como si mi lengua fuese una daga, ¿entonces por qué te gusto?
    Darius se sentó a su lado la cogió de la mano.
    -¿Te has olvidado de que la daga es mi arma arrojadiza favorita?
    Aphrodite lo miró a los ojos, sintiéndose vulnerable de repente, a pesar de su tono dulce.
    -En serio. Soy una cabrona. No debería gustarte. No creo que le guste a la mayoría de la gente.
    -Les gustas a la gente que te conoce. Les gusta tu yo verdadero. Y lo que yo siento por sobrepasa el concepto de gustar. Te amo, Aphrodite. Amo tu fuerza, tu sentido del humor, la profunda preocupación que muestrasd por tus amigos. Y amo lo que se rompió en tu interior y que está empezando a curarse.
    Aphrodite siguió mirándolo a los ojos, aunque parpadeaba para contener las lágrimsa.
    -Todo eso me hace ser una terrible cabrona.
    -Todo eso te hace ser lo que eres - dijo, levantándole la mano hasta sus labios y besándola suavemente.

sábado, 18 de febrero de 2012

Arizona

-No sé si eres lo suficientemente buena como para hablar de ella. No quiero hablar...

-Mucha gente cree que me llamaron así por el estado, pero no es así. Me llamaron así por un acorazado. El USS Arizona. Mi abuelo sirvía en el Arizona cuando los japoneses bombearon Pearl Harbor, y salvó a diecinueve hombres antes de ahogarse. Casi todo lo que ha hecho mi padre en su vida tenía que ver con honrar aquel sacrificio. Me educaron para ser una buena marine en la tormenta. Para amar a mi país, a mi familia... Para proteger las cosas que quiero. Cuando mi padre, el Coronel Robins del cuerpo de Marines supo que yo era lesbiana, él me dijo que tenía una pregunta que hacerme. Yo me preparé para "¿Cuándo vas a sacar tus cosas de esta casa?". Pero en vez de eso, fue "¿Aún sigues siendo la persona que te enseñé a ser?" Mi padre creía en el país, como usted cree en dios. Y mi padre no es hombre que ceden, pero cedió por mí. Porque soy su hija. Porque soy buen marine en la tormenta. Quiero a su hija. Y protejo las cosas que quiero... Aunque ella no lo necesita.

martes, 14 de febrero de 2012

I don't want to...



    Dicen que cuando se quiere mucho a una persona, debes dejarla marchar, y que si realmente la quieres, sabes cómo hacerlo. Si somos sinceros desde el principio, sé de sobra qué es lo que tengo que hacer. Alejarse, por ejemplo, es un paso. Poner distancia, tierra de por medio... Todo vale. Olvidar las sonrisas, las miradas, los besos. Olvidar las caricias. Olvidar cada "¡Hola!", y grabar a fuego cada "Adiós", para dejar una huella imborrable en tu memoria racional de la que jamás te olvides. Dejar que resuene esa triste palabra en tu cabeza una y otra vez;
adiós, adiós, adiós, adiós,adiós... Hasta llegar a un momento el que pienses que es mejor así, que realmente decir adiós era la mejor manera de ser feliz, o simplemente de sobrevivir.


    Para dejar todo atrás, empezaría por ese adiós, por el final de un cuento, por el sol que marca el despertar de los sueños. Empezaría por renunciar a tu sonrisa, que me tiene enamorada; o a tus ojos que me llaman. Renunciaría a tu mano buscando lamía, o a la mía buscando la tuya. Renunciaría a tratar de hacerlo todo más fácil, o de incluso conseguirlo. Renunciaría a robarte un eso o dos, a mirarte de reojo, a girarme solo para ver si tú también te giras. Renunciaría a respirar el mismo aire que tú respiras, a escuchar el ruido de los coches mezclados con tu voz. Renunciaría a hacerte sonreír, o a pegarte patadas. Renunciaría a ti, a todo lo que significa tenerte.






    Si quisiese dejarte marchar, si hiciese caso a todo lo que me dicen, sabría de sobra lo que hacer.




[El problema es que no quiero hacerlo]



lunes, 13 de febrero de 2012

Easy




    Me encanta estar a tu lado. Me completa, ¿sabes? Adoro que vivamos esos momentos como si no hubiese más mundo, como si no existiese un mañana, como un sueño en una noche de verano, pero con tiriteras por el frío criminal que ni el viento se lleva, ni el alcohol calienta. Me gusta imaginar que no hay nada más, que todo se reduce a esas tres palabras: Tú y yo. Y en esos momentos, todo es demasiado fácil. Es la única palabra que lo define. Fácil  Es tan fácil que incluso duele. Porque estamos demasiado bien. Y porque lo sabes. Porque sabes que estaría realmente bien hacer de ese sueño una realidad... Porque, aunque sea difícil, no es imposible. Porque, ¡qué cojones! Tú y yo. Tres palabras.
    Me da igual cuántas veces tenga que colarme donde haga falta solo para dejarte un poema, una carta, o un simple "Delia was here"; me da igual hacer cualquier cosa por ti. No te pediría que cambiases, es más, me encantaría que siguieses siendo como eres... Loca, salvaje, impulsiva, libre... Tú. Así es como te quiero. Siendo tú. Saliendo y dándolo todo, bebiendo hasta que no sepas tu nombre, fumando hasta que no sepas hablar.... Te crees que no te conozco, o tal vez solo digas eso para persuadirme de la idea de luchar por ti; pero sin embargo no hay nada que tú hagas que me pueda molestar, nada que pueda cambiar... Aunque no lo creas.
    Y lo digo de corazón: Te puedo ofrecer más y mejor. Porque lo sé, porque sé que puedo hacerlo...



[Y, en el fondo, puede que incluso tú lo sepas]

martes, 7 de febrero de 2012

When you say nothing at all...

Me gustaría saber si piensas en mí, en todos esos momentos nuestros y solo nuestros, en los que todo era tan fácil que dolía; si encuentras tu nombre escondido detrás de cada frase, o de cada "te quiero". Me pregunto si coges el ordenador y miras si hay algo nuevo en este sucedáneo de diario público-personal. Me pregunto si lees una y otra vez lo ya escrito, si sientes lo que pretendo hacer qe sientas al leer cada palabra, si te gusta, si no. Porque no sé si lo haces o si lo dejas de hacer. Supongo que en el fondo no sé nada. Estoy llena de pequeñas incógnitas que acaban por construir mi gran duda existencial. Tú. Todo cuanto necesito saber, todo cuanto me interesa... Tú (tú y Kaya Scodelario) A menudo me pregunto si te preguntas qué estoy haciendo, o si estaré pensando en ti. ¿La verdad? Probablemente sería que sí. Pienso en ti incluso cuando no quiero, en la forma de conseguir hacerte ver que... Bueno, ya sabes el qué. Porque, aunque dijiste que yo sabía que no me podías contestar con un te quiero, tú sabes de sobra que no necesito que lo digas para saber que es verdad. 

(O, al menos, en parte lo es)




 • You say it best... When you say nothing at all...

domingo, 5 de febrero de 2012

Envidia

Estaba oscuro, las tenues y débiles luces repartidas por la gran habitación alumbran escasos metros a su alrededor... Pero tú estás allí. No puedo evitar mirarte, aunque sea solo para comprobar que sigues ahí... Te observo un par de segundos y veo tu mano agarrando la suya, su cabeza posada en tu hombro, susurrándote al oído palabras incomprensibles para el resto de la habitación, mientras mis ojos son los únicos que se paran en ti, preguntándome si sentirás mi mirada fija en la sonrisa que se dibuja en tu rostro con lo que una voz que no es la mía te dice...

Hay quien lo llama celos. ¿La verdad? No lo son. No tengo celos de la persona que es capaz de hacerte sentir lo que yo no puedo... Es envidia. Envidia corrosiva que no parece doler lo que duele, que trato de ocultar cada vez que os veo... Es envidiar a quien te puede mirar con los mismos ojos que yo te veo, pero sin esconderse. Envidia de poder besaste sin miedo... Envidia de que, a su lado, te dejes querer...




Yo nunca me atrevería a pedirte que cambiases...

[y menos por mí]




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Just say "yes"... And I will be your everything.

sábado, 4 de febrero de 2012

Golpe bajo

    Hoy he estado haciendo limpieza en el portátil… Está demasiado petado, tengo que irle sacando mierdas. Revisando carpetas, me he encontrado en “Mis documentos” una que ponía “SMS Delia”. Dentro, muchíiisimos archivos de texto, como cuando guardas algo en notas. Estaban organizados en carpeta, según el remitente. Abrí una al azar, eran mensajes del 2009. No puedo negar que sonreí al ver lo mucho que cambia la gente en tan pocos años. Me puse a buscar carpetas de gente con la que aún me hablo, esa gente que siempre ha estado ahí. Me paré en la de B, aunque claro, sólo había dos o tres mensajes. Ella y su “no quiero gastar” o “tengo que ahorrar” o, directamente “Sabes que no uso el móvil!”. Me encontré con la de Jake, con cerca de diez mensajes, de cuando aún andábamos tonteando. Fui a buscar entonces a Rachel. La carpeta, “RAICH!”, estaba LLE – NA de mensajes. Todos hablando de Sinte y de las gilipolleces varias de las que solíamos hablar [y seguimos hablando]. Pero, sin querer, me topé una que me hizo estremecer. Fue como un golpe bajo que el Karma me mandaba... La carpeta: Chris.  La verdad, al abrirla pensé que habría menos archivos. Diez o así… Es más, la abrí sin mucho interés, casi de forma automática. Había más de 50. El primero que abrí, con el título “rcv0000e” [xD], no decía gran cosa, pero seis palabras me fueron suficientes para saber exactamente el día, la hora, y el momento de ese mensaje.



Por mi genial. 9 días… tq



¿Cómo olvidarlo…?





¿Cómo olvidarle..?

jueves, 2 de febrero de 2012

Duele, y no





    Desde hace semanas, he intentado estar ocupada en todo momento, he tratado de no tener un sólo segundo para tomarme un café conmigo misma, para no tener que pararme a pensar en nada, para que así mis pensamientos no desvaríen y no acaben llegando a ti... Porque duele, y no. A veces, cuando te cruzas por mi mente, realmente me lleno de alegría. Algo se enciende en mi pecho, como si se llenase de aire, haciéndome contener el aliento, comienza una carrera de mariposas dentro de mí, y se me ilumina la mirada. no es que yo lo vea, claro... Es que más de una vez, absorta en clase, me han interrumpido para decirme algo referente a mi cara.

    -Tiene que ser realmente bueno - había dicho él una de las veces.
    -¿El qué?
    -Lo que sea en lo que estés pensando. Se te ve feliz.
    -Feliz... - había repetido yo, mirándole, preguntándole con la mirada.
    -Sí, feliz. Aún te brillan os ojos con ese toque especial. ¿En qué pensabas?
    -En nada, supongo - contesté, dando por terminada la conversación.

    Y sí, dentro de mí aún flotaba esa sensación de... ¿felicidad? Puede que sea eso.
    Sin embargo, otras veces es tremendamente doloroso. Estás en mi cabeza, pero no puedo quitarte de ahí, no quiero sacarte de ahí... Pero tampoco hago nada por recordarte más de la cuenta. Sólo sé que, cuando te enquistas en mi mente de esa forma, de vez en cuando sonrío y, amargamente y sin ser consciente de ello, me imagino una y otra vez siendo todo lo egoísta que querría ser por una vez, por un día... Esas veces, como ahora, después de días como el de hoy, me es imposible no creer que siempre hay esperanza, y que hay momentos en los que el fin justifica los medios, y que el egoísmo no siempre es malo, y que debo intentarlo todo, y que tengo que luchar por lo que quiero, y que no te dejaré marchar, y que la palabra "difícil" no es factible, y que haré lo imposible y más, y que te llevaré más allá, y que te quiero, y que ojalá eso fuese suficiente, y que...

¿Ves?

Por eso no me permito pensar en ti...