martes, 14 de febrero de 2012

I don't want to...



    Dicen que cuando se quiere mucho a una persona, debes dejarla marchar, y que si realmente la quieres, sabes cómo hacerlo. Si somos sinceros desde el principio, sé de sobra qué es lo que tengo que hacer. Alejarse, por ejemplo, es un paso. Poner distancia, tierra de por medio... Todo vale. Olvidar las sonrisas, las miradas, los besos. Olvidar las caricias. Olvidar cada "¡Hola!", y grabar a fuego cada "Adiós", para dejar una huella imborrable en tu memoria racional de la que jamás te olvides. Dejar que resuene esa triste palabra en tu cabeza una y otra vez;
adiós, adiós, adiós, adiós,adiós... Hasta llegar a un momento el que pienses que es mejor así, que realmente decir adiós era la mejor manera de ser feliz, o simplemente de sobrevivir.


    Para dejar todo atrás, empezaría por ese adiós, por el final de un cuento, por el sol que marca el despertar de los sueños. Empezaría por renunciar a tu sonrisa, que me tiene enamorada; o a tus ojos que me llaman. Renunciaría a tu mano buscando lamía, o a la mía buscando la tuya. Renunciaría a tratar de hacerlo todo más fácil, o de incluso conseguirlo. Renunciaría a robarte un eso o dos, a mirarte de reojo, a girarme solo para ver si tú también te giras. Renunciaría a respirar el mismo aire que tú respiras, a escuchar el ruido de los coches mezclados con tu voz. Renunciaría a hacerte sonreír, o a pegarte patadas. Renunciaría a ti, a todo lo que significa tenerte.






    Si quisiese dejarte marchar, si hiciese caso a todo lo que me dicen, sabría de sobra lo que hacer.




[El problema es que no quiero hacerlo]



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