jueves, 12 de enero de 2012

Noises from inside

Estaba tendida en la cama, incapaz de dormirme, incapaz de hacer nada, sin nada que decir. La habitación estaba a oscuras y tan solo la débil y pálida luz de la luna llena que entraba por la ventana iluminaba mi cuarto, aunque fuese de forma parcial, formando diferentes sombras en la pared morada al atravesar el cazasueños que colgaba sobre mi cabeza. Alcé la mano y acaricié las plumas del objeto que se suponía que me ayudaba a dormir. El mismo tema me rondaba la cabeza, pero no me ponía nerviosa, no me quitaba el sueño; en realidad, ni siquiera me alteraba pensar en ello... Ese no era el motivo de que no pudiese dormir, lo sabia de sobra, pero no pude evitar volver a pensar en ello, ni en la conversación que horas atrás había tenido con Rachel.

-Pues no estoy de acuerdo contigo - había dicho -. Eres tonta, no puedes anteponer a los demás, tienes que pensar en lo que es mejor para ti, así solo te estás jodiendo a ti misma

Y... Se creerá que no lo sé... Sé de sobra que me jodo a mí misma, sé que no es fácil, pero nadie dijo que lo fuera. Yo solo tengo presente lo que un día me dijo mi padre, "El camino por el que vayas andando no será el más ancho, ni el más sencillo de andar... Probablemente el correcto esté lleno de piedras, de baches y de obstáculos, como el que lleva a la finca del tío Mauri. Pero eso no puede hacer que te detengas porque, aunque muchas veces lo fácil seria dar la vuelta y volver por la carretera nueva, ten por seguro que el resultado, a la larga, marca a las personas de verdad."

"Puedo hacerlo..." pensé para mí "Sé que puedo. Tengo que quitármela de la cabeza. Soy una luchadora, ¿no? una guerrera... Puedo hacer lo que me venga en gana si me esfuerzo. En teoría, no hay nada que no se pueda hacer... Entonces, si eso es verdad, ¿por qué no termino de una vez con esto? ¿por qué no puedo cambiar mis sentimientos? ¿por qué no puedo dejar de quererla...?"

Entonces, una voz atravesó mi pecho hasta el fondo, una voz que venia de lo más dentro de mí. Me recordó a un grito de alegría.

-Porque no quieres.



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