lunes, 2 de abril de 2012

Unlimited




    Siempre he creído que sólo había una forma de querer. Es decir, que, si quieres a alguien, sólo hay una forma de quererle: Queriendo. ¿No sería lógico?
    No soy una persona que quiera a la gente. Cojo cariño con cierta facilidad, eso no lo niego, pero palabras como QUERER o AMAR siempre me han quedado grandes... O eso creía. Hoy me he dado cuenta de cómo cambia la forma en la que ves a quien quieres según el grado de "aceptación" en el que estén tus sentimientos. En mi caso, al principio, una simple sonrisa solo se me contagiaba; más tarde, me podía quedar mirándola todo el tiempo con la misma cara de estúpida; después, esa sonrisa, o una mera carcajada, me podían simplemente alegrar el día; hasta que llegó un momento en el que directamente me enamoré tanto de su sonrisa como de ella. [Enamorarse... Qué verbo más grande.] Y hoy realmente me he dado cuenta de que puede que haya superado incluso ese punto. Porque ha sido oírla reír cuando le he dicho un te quiero más, con esa risa suya que sabe que adoro, y... Todo se ha ido. Creo que he llegado al punto de que necesito su sonrisa... De que la necesito a ella... Hasta un punto ilimitado...




.. Como un doble infinito

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