miércoles, 23 de mayo de 2012

Tatuaje

    Ayer llegué a una conclusión acerca del debate que me planteaba hacerme el dichoso tatuaje que llevo meses queriéndome hacer. Me reconcomía la duda que supongo que asalta a todos los que se plantean hacerse uno: "¿Y si me arrepiento del motivo por el que me lo hice?" No sin asombro, descubrí que eso no era posible, que no me iba a arrepentir, que no podía arrepentirme. Descubrí que cada etapa que vivimos forma parte de nosotros, aunque se acabe. Un tatuaje con un significadoespecial debe conservar su significado, su esencia, siempre. Es un recuerdo, un recuerdo de un momento concreto de nuestra vida que, de una manera u otra, quisimos tener plasmado sobre nuestra piel. Que ese momento o esaetapa seacabe no significa que sea por eso menos importante, ni tampoco que deba ser olvidada.
    Porque el pasado nos forma, nos hace tal y como somos y, si cada experiencia nos marca, si nos convierte y nos cambia interiormente,¿por qué no exteriormente? ¿Qué diferencia hay? ¿Qué hay de malo en exteriorizar lo que nos hace ser nosotros? Si alguien fue una vez importante para ti, no hay motivo para no recordarlo con cierto cariño, no hay por qué olvidarse de lo que una vez fue para nosotros, de lo que una vez significó en nuestras vidas.
    Porque somos nuestro pasado, y los tatuajes no son otra cosa quemarcasde él, y sinuestro pasado nos define pordentro, deberíamos querer que también nos definiese por fuera, que sólo con mirarnos al espejo viésemos lo que nos ha hecho tal y como somos y recordásemos con una cierta nostalgia a aquéllois que pusieron su granito de arena,a aquéllos que se merecen ser recordados porlo que fueron... o por lo que son.


Y jamás, jamás, arrepentirse de haberlos tenido alguna vez en nuestras vidas... de tenerlos para siempre en nuestros cuerpos

No hay comentarios: