viernes, 4 de mayo de 2012

Open-minded

    Ayer me dio una gran paranoia mientras estudiaba Kant para la jodida selectividad. Sin querer, derrepente pensé en las medidas que el nuevo gobierno va a tomar. No hablo de recortes, porque entonces ya sí que no me callo; hablo de los matrimonios. Sí, los matrimonios homosexuales. Todos sabemos que ellos "no van a prohibirlos", dios los libre. Ellos lo único que van a hacer es cambiarle el nombre. Ya no serán matrimonios, porque una pareja de gays no merece tener ese reconocimiento. ¿Qué nos hace diferentes para no poder llamársele matrimonio? A mí, personalmente, ni me va ni me viene, yo no necesito que un papel, y menos un estado corrupto, me diga que quiero estar con una persona por el resto de mis días amén jesús. Pero, ¿acaso no es una unión? ¿acaso no tenemos el mismo derecho que un hombre y una mujer a que un papel nos diga que queremos estar con una persona por el resto de nuestros días amén jesús?

    Sin darme cuenta,  me acordé del Holocausto. Puede parecer exagerado pero, ¿alguien sabe cómo empezó todo aquéllo? ¿no? Pues no llegó un día el Amigodelbigote y gritó "¡Matémoslos!"  mientras levantaba el brazo, no; ni tampoco irrumpió en sus casas metralla en mano -aún no, digo-. Fue mucho más sencillo que todo eso. Empezó prohibiéndole a los judíos sentarse en los bancos del parque.

    Si se hubiesen quejado en su momento, si se hubiesen opuesto y se hubiesen levantado contra esa ley absurda, probablemente aquéllo no habría llegado hasta donde llegó.  Porque a ellos no les pareció grave no poder sentarse en el parque... Igual que no parece grave que se les quiera llamar diferente a los matrimonios homosexuales. Será una ley, un decreto. Sólo eso. ¿Despectivo? Sí. ¿Insultante? También. Pero solo un decreto. ¿Qué más da, no? Si no es para tanto mientras nos dejen casarnos...





Yo no digo nada, pero a lo mejor el día que nos prohíban sentarnos en los bancos del parque nos da por abrir los ojos...

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