sábado, 29 de diciembre de 2012

Como a tres centímetros de ti



    No podía parar de sonreír, estaba expectante, rebosante de alegría. La sensación de que en cualquier momento iba a poder estar con ella llegaba a mí en oleadas, como si mi mente se obligase a creer que era así. Ni si quiera sé por qué tenía esa sensación, sabía de sobra que estar con ella en ese momento sería prácticamente imposible, que no iba a aparecer allí en medio sin más, que no me besaría; y aún menos estando a tantos cientos de kilómetros de distancia...

    Era un sentimiento estúpido, una sensación ficticia que amparaba realidad de más, una realidad que, a pesar de cuántas fuesen mis ganas, no se cumpliría. Pero, sin embargo, esa sensación seguía estando ahí, trayéndome recuerdos, alimentando mi deseo, aumentando con cada segundo mis ganas de tenerla frente a mí. Por un segundo, me encontré a mí misma en aquella habitación, con ella a mi lado, con su mano agarrando la mía en un lazo demasiado perfecto. Por un segundo, sentí que mi corazón latía al ritmo del suyo, como si realmente se hubiesen acompasado, como si sólo existiese eso...

    Como a tres centímetros de ti...

Te echo tanto de menos...

No hay comentarios: