lunes, 15 de octubre de 2012

Una vez más... Brooke




    No sé por qué escribo esto. Ni siquiera tengo motivos para hacerlo, ni siquiera sé si debería hacerlo... Pero me siento con esa... necesidad. A veces me haces falta... A veces necesito tener la posibilidad de escondernos en aquella cueva que un día me mostraste, como un pequeño refugio, como un lugar apartado del río. Supongo que no dejo de echar de menos a esa... Personita que un día apareció desde detrás del telón...
    A veces me pregunto qué fue de ella... O qué fue de la idiota que no supo hacer otra cosa que apartarla de sí... A veces me pregunto qué fue de aquel "somewhere only we know", de aquel LP grabado en la piedra, de aquel Kinder Bueno aplastado, o de aquel Celtia gritado al aire, intentando entender cómo la gente puede oír tan mal los nombres de las personas...

    A veces me pregunto qué fue de ti, o qué fue de mí... Sin atreverme a pensar en qué fue de nosotras...



Happiness



    Se sintió como meses atrás... No recordaba esa sensación de despertar abrazada a ella, con las pieles rozándose, con el pelo largo y enredado esparcido por la almohada... No recordaba esa sensación de despertarse con un golpear de los nudillos en la puerta y envolverse en las sábanas casi instantáneamente, como el cola-cao turbo, ése sin grumitos... Había olvidado casi por completo lo que era reír después y empezar la mañana con un beso y un abrazo de esos de las películas, sintiendo cada centímetro de su piel pegada a la suya...

    Era una sensación de bienestar que no Lune no solía tener, que sólo tenía cuando mañanas como aquélla se le pasaban por delante. Bienestar, comodidad, confort, sosiego, tranquilidad... Hay tantos nombres. Creo que yo optaría por llamarle... Felicidad.


Por muy vago o relativo que sea ese concepto... Se podría decir que Lune era feliz...


Aunque fuese sólo al recordar cómo Dánae le susurraba al oído un dulce "Mi niña....."

miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Qué pasaría si...?



   ¿Nunca os habéis parado a pensar en las posibilidades que hay, en todo lo que nos perdemos? Con cada decisión, hay un camino, o dos, que dejamos de lado. Pasa una cosa, te ocurre algo... ¿Y si hubiese sido de otra manera? ¿Y si no hubiese sido así...?
    Me he acordado de aquella semana en Girona... En lo que hubiese sido si Laia hubiese estado allí. Ciertamente, no tengo ni idea de qué hubiese sido de mí en esa semana, ni qué pasaría después, ni qué narices haría ahora si ella hubiese aparecido en aquel preciso momento...
    Pero claro, son miles las posibilidades. Son miles las opciones que quedan atrás...

Una pena, supongo

viernes, 21 de septiembre de 2012

¿que qué siento cuando estoy contigo?

ME SIENTO LA PERSONA MÁS FELIZ DEL MUNDO
SIENTO QUE PUEDO VOLAR
QUE PODRÍA TOCAR LAS NUBES
O TENDERME EN ELLAS

SIENTO QUE NADA TIENE LÍMITES
QUE PODRÍA ESTAR ASÍ LA VIDA ENTERA
SIENTO QUE TE NECESITO
Y QUE NADIE PUEDE CAMBIAR ESO

GILIPOLLAS

SIENTO QUE TE QUIERO

lunes, 17 de septiembre de 2012

" To Feel "




    Sentir. Sentirlo todo durante un segundo. Coger cada partícula de cada "algo" que conforme un momento y atraerlas todas hacia ti para cerrar los ojos y distinguirlas una a una por separado y todas en conjunto. Esto es lo que define los momentos. Es así como podemos definir cada instante como único.

    Y, así, fijarme en todo: En el tacto de las sábanas deslizándose sobre tu piel, en la forma que un suspiro puede alcanzar en el aire, como el humo de un cigarro. Sentir tus manos aferrándose a mi espalda y ver cómo se inclina tu cuerpo hacia delante cuando mi boca pide un beso. Sentir los gemidos, los susurros al oído. Apreciar cómo con cada gesto me atraes más y más hacia ti hasta permanecer pegadas, fundidas en un mismo abrazo del que jamás me pudiese soltar, estatua impura de un momento perfecto. Dejar que el aire entre por la nariz y respirar profundamente, pensar en cada uno de los sentidos, en cada uno de ellos. Siente lo que sientas, observa lo que veas, escucha todo lo que oigas, saborea cuanto pruebes, huele cuanto pase por tu nariz. Crea con eso tu momento, vuestro momento, y que nadie pueda intervenir ni modificarlo. Disfruta de cada beso, cada caricia, cada enredar los dedos. Disfruta de los arañazos voluntarios, y más aún los involuntarios; del tacto de su lengua sobre tu piel. Disfruta de lo que se siente cuando sus piernas rodean tu cintura, de lo que se siente cuando el deseo es palpable en el ambiente.



    Es esto lo que define los momentos. Es así como podemos definir cada instante como único. Es así como podemos recordarlos...


...Como absurdamente perfectos...

...Como absurdamente nuestros.












Sí... como un beso



(se permiten comentarios)

jueves, 13 de septiembre de 2012

Akecheta #1



   Cuando La Sabia salió de la tienda, apenas hacía un par de horas que había oscurecido del todo. Corrió la cortina tras de sí con un bulto entre sus brazos, pero su cara era seria. Todos en el pueblo lo sabían, no había sido un proceso fácil, ni siquiera lo fue en las primeras semanas. No habían pasado ni seis meses desde que les avisó de los problemas que traería aquella criatura y esa noche se estaban haciendo realidad uno a uno. La anciana se acercó a él, y le depositó el pequeño en sus manos.
    -Tu Ashwin...
    -Lo sé, lo sé... Lo he sentido - contestó, rodeándolo con sus brazos. - Tal y como dijiste.
    La anciana sonrió, sólo un segundo
    -Las runas no se equivocan, a-tsu-tsa
    -"Muchacho"... Hacía años que no me llamabas así... Demasiados. - hizo una pequeña pausa, mirando al niño - Pero él ha sobrevivido
    -Igual que su abuelo. Es un luchador. Un guerrero
    El hombre miró al cielo, fijando la vista en la Luna llena. Miró a su hijo una vez más, y sonrió.
    -Akecheta...


    Y volvía ser de noche. Allí, en medio del bosque que conocía como la palma de su mano. Por eso tenía ese nombre, el nombre que había tenido su abuelo antes que él, al igual que el abuelo de su abuelo. Porque, cada dos generaciones, en aquella familia nacía un pequeño guerrero. Listo, fuerte, ágil. Su padre lo sabía, lo supo en cuanto vio su cara asomando entre las mantas. Y ahí, contemplando la blanquecina luz que la Luna desprendía, él también lo supo y, de pronto, lo comprendió todo.
    Estaba ahí para protegerlos, para cuidarlos. Era él. Era él el que se pasaba las noches eclipsado mirando su pálido resplandor, auyando en sordas contestaciones al canto enfurecido que sonaba más allá de sus fronteras, donde todo el bosque parecía querer escuchar a los lobos en su perseverancia diaria. Era él, el que los oía, el que los entendía. Era él, el que amaba la luna, el que protegía el recuerdo de Wa-hya, la esencia del lobo... La esencia de su pueblo...

El joven Akecheta...
... El joven guerrero