jueves, 30 de abril de 2015

Hunter under the Blue



    Se había hecho de noche cuando decidieron salir al bosque. La Luna apenas brillaba, pero aún quedaba ese oscuro resplandor que deja el sol cuando quiere dejarla vivir, dibujando entre los árboles sombras de pálida luz que aún tenía algún destello del azul del cielo.
    Aquella noche, el bosque parecía diferente. El ruido del agua fluyendo... No... ¿Cómo era?

    -¿No oyes eso?
    Mark había hablado con el humo saliendo de su boca, mirando pensativo hacia el río.
    -¿El qué? Serán mis pies en la arena.
    -No, es como un bombeo...

    Podría ser. El río parecía estar bombeándose a sí mismo, todo el bosque parecía más vivo dentro de esa pálida oscuridad. Automáticamente, sin saber por qué, se encontró acordándose de aquella voz.

    -Oye, Mark... ¿Te ha enseñado Blue la canción?
    -¿Qué canción?
    -Hm...- Alice se lo pensó - Una, supongo. Me la mandó la otra noche, y se me puso la piel de gallina. 
    -Sí, causa ese efecto.
    Alice tendía a ignorar lo que él estaba diciendo desde que salieron de la Ciudad. En sus condiciones, apenas tenía credibilidad ninguna, aunque a ella y a Anthos siempre les quedaría la cuchara de haberle visto así.

    Comenzó a salir de su diario el sonido de una guitarra. Su voz se alzaba tímida entre las hojas de los árboles,el bosque se puso más azul, e incluso la hierba parecía cantar con ella. Una voz tan bonita, que seguramente se había convertido en su canción favorita. Hay quien se cuenta a sí mismo en historias, y hay quien es música en sí misma. Y Blue era de éstas últimas.
    -Está muy acomplejada por su voz, dicen.
    -¿Acomplejada...?
    La canción no había acabado, seguía dándole vida a ese bosque oscuro. Un lobo oscuro, casi negro, escuchaba desde unos metros más allá.
    -Sí, por lo visto.
    -Pues no lo entiendo. A mí... me encanta. No sólo su voz, ella
    -Habláis mucho últimamente, ¿no?
    -Sí, bueno... Me habla, le respondo... Lo normal. Me cae bien. Es una chica genial.- Mark la miró de reojo, como esperando más- Es sólo que... bueno, que es... como si ya la conociese de antes.
    -A mí también me cae muy bien, la quiero mucho.
    Se calló un segundo, pensativo, mirando esa oscuridad azulada.
    -Deberíamos escribir este momento.
    -... Pero los dos.
    Él asintió, haciendo ademán de sonreír.
    -¿Y dejarás que se salve?
    -Puede...

Y su voz aún no había terminado de cantarle al bosque un manual entero de excesos, cuando se pasearon por su cabeza esas palabras de nuevo.

 Hay quien se cuenta a sí mismo en historias, y hay quien es música en sí misma.
Y ella se había convertido en su canción favorita.

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