Tropecé y me quedé a cuatro patas. No me dolía, me sentía simlpemente golpeada por la realidad. Miré mis manos apoyadas en el asfalto cubierto de barro, la sangre resbalaba por el antebrazo derecho hacia la mano y, por un segundo, parecía que se fundía con la tierra empapada del arcén.
Cazadora de sonrisas
Todo lo que pueda hacerte sonreír un verso.
viernes, 3 de febrero de 2017
Ira
Tropecé y me quedé a cuatro patas. No me dolía, me sentía simlpemente golpeada por la realidad. Miré mis manos apoyadas en el asfalto cubierto de barro, la sangre resbalaba por el antebrazo derecho hacia la mano y, por un segundo, parecía que se fundía con la tierra empapada del arcén.
miércoles, 25 de enero de 2017
Una mente que conoce el sufrimiento
"Una mente que conoce el sufrimiento es muchísimo más valiosa"
Sus palabras habrían cortado el aire, derretido las llamas de una hoguera a media noche, o cambiado la luz del propio sol, de haberlas pronunciado en voz alta.
¿Y acaso no era cierto?
¿Acaso no son nuestras heridas, esas que sangran, supuran, se curan y cicatrizan -que, a veces, incluso se vuelven a abrir si no las tratamos con cuidado- las que nos hacen ver la vida con otra perspectiva; al igual que miramos la habitación que hay detrás de nosotros, al otro lado del espejo?
Y de repente parece otra habitación totalmente diferente, aunque sólo esté invertida. Curioso el concepto de perspectiva, teniendo en cuenta que esta sólo cambia al dejar de mirarnos a nosotros mismos -o tal vez cuando ya nos tenemos vistos de más- y empezar a mirar más allá.
Y es que aquellos que han conocido el dolor, como quien ha conocido la importancia de un té caliente cuando llegas a casa de alguien en invierno, saben ver cosas que otros no ven.
Ven el Vacío. La Soledad. La Ira, la Tristeza y la Bondad. Y todos tienen cara. Todos tienen un rostro, un olor, un color, una particular mirada.
¿Y cómo no reconocerlos? ¿Y cómo no notar cómo te rodean y te envuelven en ellos, abandonándote a su esencia en ese aterrador conformismo emocional del que huimos pero que abrazamos cuando más lo queremos y menos necesitamos? Porque no está en nuestra mano luchar contra ellos. Porque nosotros, como humanos, no podemos luchar contra ellos.
Sin embargo, nosotros
Como humanos.
Podemos reconocerlos.
Saludarlos con una sonrisa
e invitarlos a tomar el té.
Porque es invierno.
Y porque hace frío fuera.
jueves, 30 de abril de 2015
Hunter under the Blue
sábado, 18 de abril de 2015
First
Le había encontrado solo, sentado, pensando en qué hacer, en quién confiar.
Se acercó a él, y él levantó la mirada del teléfono.
-Hola, ¿estás solo?
El chico bajó la mirada.
-No me gusta este juego, no me puedo fiar de nadie. Sé que me van a matar, y tampoco puedo hablar sobre mí.
-El juego es así, es un juego de supervivencia.
-Ya, pero, entonces, ¿de qué sirven las alianzas? Si al fin y al cabo, todo se reduce a un único superviviente.
-Puedes verlo así, o puedes verlo como que llegará un momento en que te dé igual morir por aquel con quien te hayas aliado, si eso supone que esa persona sobrevivirá.
-¿Eso es posible? Es decir... Todo el mundo guarda mucho las distancias. ¿Cómo se convierte una alianza en algo serio?
-Nunca lo es. Nunca lo puedes saber. Por eso es de verdad. Porque aunque sabes que puede matarte, confías en que no lo hará.
-¿Te ha pasado alguna vez?
-Una vez, con Blue.
-¿Blue? - aquel chico estaba más perdido de lo que ella creía.
-La chica que sobrevivió al anterior Survival.
-Había oído a Deus llamarla Sad, E incluso Sandy. ¿Por qué tú la llamas diferente?
-Porque dado que no soy como todo el mundo, no me gusta llamar a la gente como todo el mundo. Pero esa chica sobrevivió, ¿sabes? Y al principio estaba tan perdida como tú.
-Pero yo no sé en quién confiar. Ni siquiera sé si tú intentarás matarme.
-Bueno, puedes empezar simplemente diciéndome tu nombre.
Por alguna extraña razón, ella ni siquiera entendió el nombre que el chico había pronunciado. Sólo le escuchaba desahogarse, odiar que no pudiese confiar en nadie, o incluso plantearse el abandonar. Esto sí la hizo reaccionar. Abandonar. Como si eso fuese posible.
-No deberías abandonar. Deberías leer más sobre tus enemigos. Mira, por ejemplo, que Seventh sean dos personas. Y que los dos ganarán aunque uno muera. Que First y Second, juntos, pueden hacerse muy poderosos, y hay que tener ojo con ellos. Que Eleventh es el alcalde, y por tanto seguramente sepa mucho de los demás. Poco a poco, te meterás en el juego. E irás encontrando gente en la que confiar sin necesidad de forzarte a ello. Es un survival game, pero es divertido.
El chico se mordió el labio.
-¿Sabes? Me da igual si me vas a traicionar, Porque necesito decirle a alguien quién soy. Y quién me puede matar, y a quién puedo matar.
-La información es muy valiosa aquí, recuérdal...
-Soy First. Hala. Ya lo he dicho.
El corazón se dio la vuelta. First. No podía ser él. Lo único que sabía de First es que podría matarla. Llevaba días buscándolo entre caras anónimas, intentando entender que seguramente no podrían tener una alianza. Pasaban demasiadas cosas en su cabeza como para saber de qué color brillaba la Luna.
-Y ahora me da igual. Vende mi identidad, o no. Ya me da igual.
Alice calló.
-¿Por qué no dices nada?
Y ahora, qué. Decirle la verdad. Seguir adelante con el plan y mantener mi falsa identidad. Es un survival, no me puedo fiar de cualquiera. Pero al final, decidió hablar.
-Te iba a mentir. Muy descaradamente.
-¿Pero?
-Pero ahora que First y Second se han encontrado, ¿de verdad que crees que voy a tirar por la borda eso?
El chico abrió los ojos. Mucho. Alice no habría sabido decir si había sido cosa de la sorpresa, de que no se lo creía, o de que, tal vez, tal vez, hubiese tenido demasiada surte. Hubiesen. Los dos.
Desde el primer momento, ese chico había llamado su atención. Perdido, delirante, solo. Y ella tenía que hacer algo. Con su sonrisa, sintió en su cuerpo la fuerza de un abrazo. Pletórica. Pletóricos. Por haberse encontrado, o por haberse descubierto.
Y ya no estaban solos.
Pensó en Mark. Hasta qué punto ese extraño gato podía haber elegido a un First mejor. Hasta qué punto podría haberlo enredado todo en su maraña de hilos sin marioneta. Hasta qué punto conocía a Alice, como para saber que ese chico tenía que ser al que ella iba a querer proteger de un punto muerto en medio de un caos lleno de alevosía.
-Y esa extraña manía de llamarle puntos a las estrellas que más brillan-.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Diario de Escape
Apareció. Como cuando aparece sin buscarlo aquello que no encontrábamos y llevaba tiempo perdido.
-Tengo algo que proponerte.
-Sorpréndeme.
Extendió la mano hacia Alice con algo en ella. Y lo dejó delicadamente sobre sus manos.
-¿Qué es esto?
-Un diario. Una identidad. No lo abras aún, todavía no sabes lo que puedes hacer con él, ni para qué sirve.
-¿No me lo vas a decir?
-Bueno, supongo que Deus y yo también tendremos en cuenta lo que prefieras... O necesites. -Había soltado aquello incluso con un rintintín especial. Como si aquel paquete pudiese ser mi salvación, o mi perdición, y dependiese de mí -.
Alice guardó silencio durante un momento, y asintió.
-Tendrás noticias mías más adelante siendo más concreto, Cazadora.
Oír ese nombre de nuevo le recorrió la espina dorsal, e hizo que se le pusiesen los pelos de punta. Mark sonrió, se dio la vuelta y echó a andar, como si la conversación ni siquiera hubiese tenido lugar.
Cuando se hubo alejado, Alice abrió el paquete. Sólo un poco. Sólo por curiosidad. Sacó de él una pequeña libreta de garabatos.
La libreta era de un cuero rojo muy oscuro, casi negro, casi sangriento, con remates violetas en los bordes.
En la parte superior, rezaba la leyenda:
Ninth. Diario de Escape.
Alice sonrió. Y no esperó a que Mark le volviese a hablar. Abrió el cuaderno, al margen de para qué sirviese, y comenzó a... Escaparse.
De fondo, se oyó su voz mientras se alejaba.
-Buena suerte, Cazadora
Apareció. Como cuando aparece sin buscarlo aquello que no encontrábamos y llevaba tiempo perdido.
Como cuando pierdes tu reflejo por haber atravesado un espejo, y alguien te recuerda que eres más que una proyección sobre un cristal.
Y así, la Cazadora ha vuelto.
lunes, 24 de noviembre de 2014
Engranajes reforzados de pasiones heladas
A veces
puedo ver los engranajes
que mueven mis dedos,
que les hacen escribirte.
Hay quien los llama musas
-pobres ilusos,
musa sólo es la que hace
que tus palabras
griten pasiones heladas
que hagan arder
corazones silenciosos-,
hay quien le llama evolución.
Yo veo engranajes.
Engranajes reforzados
de capas de hielo
y muros de piedra
maciza,
curtidos
tras varias caídas
que creí que habían sido desde el cielo.
Y escribir me hace sentir
a veces,
sólo a veces,
que esos engranajes giran por ti.
Pero si no estás,
dime,
¿Quién me sube de este infierno?